miércoles, 7 de junio de 2017

DETECTIVE DE CUENTOS


- Los otros factores son irrelevantes, cuando examinas una prueba aparentemente importante, tiendes a hacer caso omiso a lo demás. Sin embargo, en la gran mayoría de casos que he tratado, son los hechos mas insospechados los que me llevan a dar con el quit de la cuestión...Por otro lado…

Sherlock seguía hablando, pero Watson ya le había dejado de prestar atención hace rato. Miraba distraido la lluvia por la ventana de el coche que los había recogido.

Y es que, la realidad era que se estaba empezando a cansar de la extravagancia de su compañero. Siempre le había resultado fascinante el don para la deducción que tenia Sherlock, sus comentarios que parecian siempre acertar, su orgullo… Pero últimamente sentía que necesitaba no formar parte de su vida.

Llegaron a la casa dónde se había cometido el crimen. Lestrade les estaba esperando.

-Les estaba esperando. Aquí estaba la señora Williams cuando entraron en la casa.

-Perdonen que interrumpa,-dijo Watson- pero me voy a ausentar unos minutos. Prosigan mientras.

Siguió andando un buen rato hasta que decidió sentarse en uno de los bancos que había en un parque.

Tan absorto estaba en sus pensamientos que no se percató de la llegada de una niña con coletas.

-Hola. ¿Puedo sentarme a su lado?

-Sí claro…- asintió Watson un poco sobresaltado.

-Soy Sandra. Sandra detective de cuentos.- Dijo tendiéndole la mano.


-¿Detective de cuentos?

-Sí, investigo casos, pero no de este mundo aburrido. Yo investigo a Blancanieves, a Caperucita Roja…Ya sabe…-contó con normalidad.

Y John no pudo más que sonreír con ternura. Qué imaginación se tiene de niño…

-Vaya…¿y hay muchos crímenes últimamente?-Intentó seguirle el juego.

-Pues sí, sí que los hay. Pero no se los voy a contar, usted es un adulto que no me cree, solo me sigue el juego. Soy consciente. Todos los adultos son iguales…-suspiró- Y me cansan porqué a veces siento que no me toman en serio lo suficiente… Solo van a lo suyo, a su trabajo.

Enseguida le vino a la mente su relación con Sherlock… últimamente la había sentido como la pequeña describía.

-Pero aún así los quiero, ¿sabe?- Prosiguió la niña sonriendo.

-¿A los adultos?

-A mis padres. Me hacen muy feliz a pesar de todo. Bueno, he de irme. Adiós…señor...

-John. John Watson.-respondió sonriente.-Cuídate Sandra. ¡Y sigue resolviendo casos!

Se despidieron con la mano en la lejanía mientras Watson meditaba en la peculiar personaje que acababa de conocer.

Le había hecho pensar, él también necesitaba a Holmes aunque a veces le molestaba su personalidad… Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz ronca:

-¿Tiene hora?

- Once y media.

-Gracias.

Otro personaje extraño. Pero este no le había causado una buena sensación. Así que decidió hacerle caso a su intuición y seguirle, como haría su compañero.

A pesar de que había dejado de llover hace rato, el hombre al que perseguía seguía con la cabeza cubierta. Realmente parecía que quería ocultar su rostro. De vez en cuando se giraba para comprobar que no le seguía nadie y Watson tenia que ingeniárselas para desaparecer de su campo de visión.

El trayecto se le hizo largo, pero llegó a su fin. Llegaron a una calle estrecha y solitaria. El hombre paró enfrente de una taberna, pero era la entrada trasera, la principal daba a otra calle a la que Watson tuvo que retroceder para no ser visto.

Cuando entró cayó en la cuenta que si le descubría tenia la escusa de que había ido a tomar algo. Pero, cuando vio que su objetivo descendía por unas escaleras que conducían a la bodega, si le seguía se habría quedado sin escusa. No obstante, decidió continuar con su pequeña misión. ¿Qué es lo peor que podía pasar?

Una vez abajo, escuchó voces que casi susurraban. Se escondió detrás de un tonel y se concentró en lo que hablaban. Se asomó y pudo ver además de escuchar:

-Llega tarde, Bernett –aquella voz le resulto familiar. Pero no podía distinguir bien a la persona.

-Sí. Discúlpeme. Pero, no le tengo que dar explicaciones.-contestó el hombre al que había perseguido.
-Deme el dinero ya y zanjemos el asunto…-se le notaba nervioso.- Le recuerdo que el favor se lo estoy haciendo yo a usted.

-Y yo le recuerdo, que como se ponga un poco autoritario conmigo… el inspector Lestrade aparecerá en los periódicos de Londres durante…

-Cállese.- le interrumpió con rabia.

-Bien. Entonces para asegurarnos que nada salga mal…repasemos el plan.-Dijo con malicia.

-Usted me da mi parte del dinero, y yo al día siguiente encubro el crimen y cierro el caso de una manera que parezca realista.

-Y la policía dejará de investigar.-apuntilló el hombre de la voz ronca.- Muy bien inspector Lestrade…Está usted hecho un delincuente…-dijo con tono de burla.

-Lo único….

-¿Qué?

-Hay un detective que también está investigando el caso, nunca se da por vencido . Puede que nos fastidie el plan si se sigue entrometiendo…

-Precisamente, ese es su papel en el plan. Quíteselo de encima.

-Créame cuando le digo que no es tan fácil. Yo lo conozco y sé que notará algo raro e investigará.
-Está exagerando…

-No lo conoce. Jamás ha perdido un caso. -Lestrade seguía insistiendo.

-En ese caso...nosotros nos ocuparemos de él. Solo necesito información. ¿Nombre?
-Sherlock Holmes. Vive en…

Le bastó con lo que había escuchado. Debía irse de inmediato y avisar a su amigo. Ahora sí que estaba asustado.

Salió de su escondite para dirigirse a las escaleras, pero tropezó con unas cajas de vino.
-Un momento, ¿lo ha oído usted también?

-Sí. Hay alguien.-contestó la voz ronca intentando mantener la calma.

Entonces Watson comprendió que ya no era plan de ir despacito y sin hacer ruido para llegar a la salida. Ahora tenía que arriesgarse y correr, correr todo lo que sus piernas pudieran hasta salir. Ya daba igual hacer ruido ,se habían dado cuenta que no estaban solos en la bodega.

Cuando logró subir y cruzar la puerta de la taberna, sus perseguidores acababan de subir el último escalón y lo perdieron de vista. No obstante, a Lestrade no le pasó desapercibida la cara que había logrado ver solo unos segundos.

-¡Le conozco!

-¿Qué?

-Es John Watson, el compañero de Sherlock Holmes y lo ha escuchado todo. Nos va a destrozar todo el plan- dijo Lestrade llevándose las manos a la cabeza.-¡Usted dijo que nadie le había seguido!

-¿Quiere hacer el favor de calmarse? Mírese, parece un niño,y, no lo es, ¿verdad? Usted es un inspector. Debería darle vergüenza.-dijo con tranquilidad. Y es que, este hombre era la clase de hombre que siempre lo tiene todo bajo control, que transmitía seriedad y seguridad.

Quien no tenia seguridad en ese momento era Watson. Llegó a su casa sin aliento.

-¿Watson, esto se va a repetir? Porqué no me ha gustado. Le he estado buscando una vez terminada la inspección de la casa para comentar ciertos asuntos con usted y no estaba, no quiero que...

-Después se seguirá quejando, pero ahora debo de avisarle de algo muy importante.

Después de haberle escuchado atentamente con el ceño fruncido-expresando así su concentración -Sherlock empezó a dar vueltas por la casa con las manos en la espalda. Entonces se detuvo para asimilar toda esa información:

-Si no he entendido mal, que eso no suele pasar, el inspector Lestrade ha hecho un trato con el asesino y ladrón responsable del crimen de esta mañana. Lestrade encubre el caso para que no se siga investigando y el delincuente le da una parte del dinero que robó a la señora Williams. Pero como yo estoy investigando el caso, quieren silenciarme.

-Exactamente.

Iba de una parte a otra, concentrado. Watson sabía bien que estaba pensando y no le debía interrumpir. Después de unos minutos que a John se le hicieron eternos, a Sherlock se le iluminó el rostro y volviéndose hacia su compañero le preguntó:

-Watson, ¿pudo usted escuchar su nombre?

-El hombre que hablaba con…

-Sí ,sí, el hombre de la voz ronca al que usted persiguió.-dijo con impaciencia.

-Sí lo escuché pero…no lo recuerdo… al principio de la conversación…le llamó…Ber…

-Bernnet.-afirmó con decisión Sherlock. Y empezó a caminar con paso rápido y decidió hacia su oficina. Watson le siguió sin saber muy bien que le rondaba por la cabeza a su amigo, pero ya estaba acostumbrado…y en el fondo le encantaba.

En cinco minutos estaban ambos preparados para salir por la puerta, aunque Watson seguía sin saber hacia dónde. No obstante, esta vez lo hizo complacido, emocionado incluso.

Llegaron a comisaria. Esta seria la primera vez que pedirían ayuda a la policía.

-Sherlock Holmes, ¿Qué le trae por aquí?

-Pasemos a dentro.

Después de media hora salieron de allí satisfechos, pues habían contado con el total apoyo de la policía. Mañana atraparían a Lestrade y a Bernett Johnson.

Fue Watson quién rompió el silencio en el viaje de vuelta:

-Así que Bernett Johnson es uno de los asesinos más buscados en Londres…

-Elemental, querido Watson.- Y compartieron una sonrisa.- Si le soy sincero, a mi no me ha sorprendido tanto el hecho de que Lestrade se pasara al otro bando secretamente.

-¿Cómo?

-Lo intuí. Como le decía esta mañana en el coche, hay muchos factores que…

Watson volvió a sonreír. Definitivamente había echado de menos aquel día a su compañero.

Al día siguiente llegaron al punto de encuentro donde habían quedado con Lestrade.

Sabían que les iba a tender una trampa, pero él no sabía que ellos también tenían una para él.

-Buenos días. -dijo Lestrade sonriente.

-Buenos días. Le tenia que comentar algunas cosas del caso de la señora Williams. Tenemos localizados a los culpables. Son una banda de asesinos y ladrones que asaltan las casas de los más adinerados. Y parece ser que se han aliado con alguien…-dijo mirándole fijamente a los ojos.

-¿Sí? ¿Con quién?

-Alguien que ha traicionado a la justicia. Un sinvergüenza si me permite la expresión.

Ahora ya estaba muy claro. Todos los allí presentes sabían de lo que hablaban pero nadie lo acababa de exponer del todo explícitamente.

Entonces hubo un momento tenso, muy tenso hasta que …

-¡Inspector Lestrade, no se mueva!-era la policía apuntándole con pistolas.

A su vez salieron del lado de Lestrade otras personas armadas y se hizo el caos.

Empezaron los tiroteos y Sherlock Holmes ,Watson y otro policía aprovecharon para irse, no sin antes ir a por Lestrade y capturarlo. Todo salió bien, excepto una cosa. Bernett Johnson se escapó, se les escapó porqué él no había aparecido aquel día.

Como ya se ha mencionado antes, era la clase de hombre astuto, que lo tiene todo bajo control.

Pero Holmes no se quedó satisfecho. Bernett Johnson se había convertido en uno de sus objetivos. Lo atraparía y estaba seguro de ello.

La semana siguiente todo pareció volver a la normalidad. Sherlock y Watson se encaminaban hacia otro caso, Sherlock volvía a contarle a su compañero sus reflexiones por la mañana, Watson escuchaba atentamente, Londres estaba muy transitado… Solo que ahora ya no existía el inspector Lestrade.

Cuando llegaban a la casa escucharon una vocecita a sus espaldas.

-¿John Watson?

-¡Sandra!-exclamó con alegría girándose.

-Le he reconocido por su sombrero.-dijo con una risilla.

Entonces Watson se agachó para poder estar a su altura y le puso su sombrero.

-Gracias Sandra.

-¿Por qué?- se extrañó la niña.

-¿Recuerdas la conversación que tuvimos la otra vez? Bien, pues me ha dado que pensar mucho y me ha ayudado a aclarar mis ideas. Y gracias a ti.

Sandra lo abrazó y John le dio palmaditas en la espalda, pues no sabía muy bien como reaccionar. Mientras, Sherlock contemplaba la escena perplejo.

-¡Sandra!¡ Ven aquí! No molestes al señor.-Era su padre.

Sandra puso los ojos en blanco.

-Tengo que irme.

-Antes de que te vayas, ¿has pensado en ser inspectora?

Sandra pensó unos segundos antes de responder:
-No. ¿Por qué?

-Hay un puesto que se ha quedado vacío…y una chica como tú nos vendría muy bien.-dijo guiñándole un ojo.

-Me lo pensaré. Se lo prometo.-dijo emocionada- ¡Adiós John Watson!

-Watson…¿quién era…?-preguntó Sherlock bastante sorprendido.

-Se lo contaré… el otro día…

FIN

domingo, 4 de junio de 2017

EL NOVENO PASAJERO



-Tierra llamando a la Estación Espacial M88. ¿Me reciben? 

¿Hola? ¿Me oyen?

Sherlock había sido llamado para realizar una misión. Se respiraba la tensión en el aire, sabía que era importante. Sherlock Holmes era astronauta desde hacía ya 10 años y era reconocido por su capacidad de deducción y su racionalidad a la hora de resolver problemas. Entró dentro de la sala en la que había sido citado y se encontró al General Oficial Mr. Kohan. El general empezó a hablar:

-Sherlock, requerimos de tu ayuda para resolver un caso. Ayer recibimos una señal de socorro enviada desde la estación espacial M88 y cuando intentamos contactar con ella nadie responde. Necesitamos que vayas y averigües qué ha pasado. Te acompañará un equipo de 7 personas, ya tendréis tiempo de conoceros.

Al día siguiente todo el equipo subió al transbordador y dejó las cosas en sus respectivas habitaciones. Sherlock compartía habitación con Watson, su compañero de trabajo. Watson era regordete, con un bigote rubio y frondoso y un carácter bastante social y alegre. 

El transbordador despegó y todos comenzaron a acomodarse. No era un hombre muy social y prefería estar solo la mayor parte del tiempo así que Sherlock volvió a su habitación y se dispuso a tocar el violín. Sí, se había llevado su preciado Stradivarius al espacio. Colocó el arco en las cuerdas y finamente deslizó el arco hacia abajo. Pero súbitamente un ruido lo detuvo. Era un ruido apenas perceptible, sin embargo lo oyó y lo peor de todo: no supo identificarlo. No obstante, supuso que sería un ruido del motor del transbordador y siguió ensayando el Pugnani de Kreisler

La hora de la cena del séptimo día se aproximaba y Sherlock fue a reunirse a la cocina con los demás, pero Watson le interrumpió por el pasillo y le dijo: 

- Sherlock, no logro encontrar a Brent,-uno de los dos Oficiales de Camisa Roja- lo he buscado por todas partes y no sé, no lo veo. 

Sherlock sabía que Watson se alarmaba con cualquier tontería y le contestó:

- No te preocupes y acompáñame a reunirnos con los demás, el hambre no tardará en traerlo a la cocina. Venga, vamos.

Watson asintió y siguió a Sherlock. Ambos llegaron al comedor donde se encontraba la tripulación. Allí se encontraron con Abby, una chica pelirroja con el pelo trenzado y muy esbelta. Abby era la capitana y había establecido que las tres comidas principales serían en reunión, así podrían poner en común todas las novedades y discutir las diferentes acciones que llevarían a cabo a lo largo del viaje, ya que iban a ser unas largas semanas hasta que llegasen a la estación espacial M88. 

Se sentaron en la mesa, pero faltaba Brent. Lo llamaron por el walkie talkie y nada. En su habitación no había nadie. Theresa, la segunda Oficial de Camisa Roja se ofreció a buscarlo por la nave. A Watson le temblaban los labios y Sherlock fue a hablar con él para averiguar qué era lo que sabía.

-Resulta que he escuchado un grito ahogado mientras Brent se duchaba, pero no he querido ser un entrometido e inmiscuirme en la vida de los demás. Así que no le he hecho mucho caso.

-Entiendo.- Contestó Sherlock.

-Un rato después he pensado en ir a comprobar si todo estaba en orden y he ido a la habitación de Brent pero… no había nadie.- a Watson le temblaba la voz-. He buscado por todas las habitaciones de la planta y no lo he encontrado. Entonces es cuando he pensado en pedirte ayuda. 

Abby se acercaba a ellos mientras terminaban de hablar, venía junto a Logan, el técnico del equipo. Logan era musculoso, rubio y ojos claros. Watson se sentía pequeñito a su lado. La capitana les dijo:

-Chicos, tengo un problema en la sala de motores y no quiero decirlo a toda la tripulación. Me gustaría que vinieseis con nosotros a verlo, en silencio.

Los cuatro se dirigieron con paso decidido a la sala de motores. La suela de las botas hacía resonar el metal del suelo. Mientras andaban por un pasillo notaron una ráfaga de viento por encima de sus cabezas. 

- ¿Qué ha sido eso?-gritó Watson.

- ¿Qué he dicho? Silencio.- le recordó Abby. 

Siguieron andando firmemente, pero otra vez notaron un aire a una gran velocidad por encima de sus cabezas. Logan, que iba el primero, se detuvo y miró hacia el techo. Todos respiraron profundamente y en un abrir y cerrar de ojos, Logan estaba partido por la mitad. No había sangre, no había dolor. Sólo cables rotos y aceite por el suelo. Sherlock y Abby se quedaron perplejos y Watson exclamó:

- ¿Es un robot? Bueno, era un robot. 

Sherlock y Abby ya corrían hacia atrás mientras él reaccionaba. 

- Con ese cuerpo era imposible ser humano…-se consoló Watson.

Los tres corrieron hasta que llegaron a la primera sala que había, la de hibernación. Allí se encontraron con la doctora Emily, una chica bajita, delgada, con pelo corto moreno y gafas. Estaba tomando apuntes y tocando diversos botones de una cápsula cuando los tres irrumpieron estrepitosamente. Abby tartamudeaba intentando explicarle a Emily todo lo que acababa de pasar:

- Emily, Logan…un robot…algo lo ha partido, yo…hemos salido corriendo…

Sherlock se puso a pensar. ¿Qué había partido a Logan en dos mitades? ¿Por qué desaparecían personas misteriosamente? Llegó a la conclusión de que algún ser tuvo que haber entrado el día en el que escuchó aquel ruido tan extraño. Por motivos desconocidos se ha llevado a dos personas y ha matado a una tercera, que no era una persona, pero contaba como miembro de la tripulación. 

Mientras Sherlock buscaba una explicación, Watson caminó hacia la cabina en la que antes estaba trabajando Emily. Con su mano derecha apartó el vaho del cristal y descubrió a Samantha, una chica grande con una melena rubia y ojos saltones. Watson no podía dejar de pensar en cuan bella era. Entonces le preguntó a Emily:

- ¿Por qué está ella aquí?

Los tres volvieron a la realidad y se giraron para ver de qué hablaba Watson. 

- Eso, ¿por qué está Samantha en hibernación?- preguntó curioso Sherlock.

Emily empezó a ponerse nerviosa y a palidecer. Se pegó a la pared y respiró profundamente. Abby la presionó para que contase qué hacía Samantha allí dentro. La doctora no tuvo otro remedio que confesar:

-Está bien, os lo contaré. Samantha ha sido fecundada por un alienígena y alberga en su vientre la descendencia. Fue un plan de los altos mandos, parece que en otra estación espacial hubo un problema con una invasión de extraterrestres. Mataron a todos los que estaban en la nave pero Samantha fue la única en sobrevivir, por razones desconocidas. Ahora quieren al alienígena para investigarlo, pero no quieren que suponga problemas en la Tierra así que lo llevamos a otra estación. La M88 no está vacía, está repleta de gente esperando nuestra nave. Mi papel era vigilar su desarrollo y evolución. 

Sherlock, Watson y Abby tenían la boca abierta. A Holmes le faltaban datos. ¿Qué era entonces lo que había partido a Logan? Abby no se podía creer lo que acababa de escuchar. En ese momento de rabia dijo:

- Tenemos que sacarla del estado de hibernación, quiero hablar con ella. Emily, abre la cápsula. Es imposible…

- No creo que sea buena idea capitana, el cambio de temperatura y la presión de la…

- ¡Qué abras la puerta Emily!

Emily, sin alternativa alguna, abrió la puerta. Un vapor blanco y espeso salía de la cápsula. Samantha despertó y abrió los ojos poco a poco. Las piernas le fallaron y cayó al suelo. Emily fue a ayudarla y a ver cómo estaba. Samantha empezó a abrir los ojos de una manera desmesurada. Sherlock leyó en ellos que pedía ayuda. De repente, de su estómago emergió un bicho pequeño y negro que se abalanzó sobre la cara de la doctora. Emily gritaba de dolor mientras el alien se apoderaba de su rostro. Abby, sin pensárselo ni un segundo, cogió su pistola y disparó al ser, que cayó junto a la doctora Emily. Watson soltó un grito de espanto. Sherlock, Watson Y Abby salieron corriendo por donde habían venido. Abby gritó:

- ¡Por aquí! ¡Tenemos que llegar a la sala de evacuación!

Los tres llegaron a la sala de evacuación, una habitación con 8 pequeñas naves de eyección. Se pusieron con prisa los trajes espaciales sin hablar. Entonces Sherlock dijo:

- Esperad un momento. No creo que sólo estuviese el alien al que acabas de matar. Creo que hay otro, el que partió a Logan. Si dejamos que el transbordador llegue a la estación espacial M88, el alien acabará con toda la gente de la estación. No podemos dejar que entre allí.

- Tienes razón Sherlock. ¿Qué solución planteas?

Sherlock no le hacía caso, se había quedado mirando el suelo. Una sustancia goteaba del techo y corroía el metal. Lentamente levantó la cabeza y descubrió un monstruo enorme negro salivando aquel líquido.

Dio unos cuantos pasos hacia atrás sin apartar la mirada del bicho hasta que Abby levantó la cabeza y observó lo mismo que Holmes. La capitana sacó su pistola y disparó hacia el alien al cual le hizo una herida que empezó a sangrar. Lo que Abby no sabía era que la sangre era ácida. Un poco cayó sobre ella y la quemó. Lo siguiente que pudieron percibir Sherlock y Watson fue la cola del alien saliendo por la puerta. Abby ya no estaba. Sherlock miró a Watson y le dijo: 

- Sólo quedamos tú y yo, compañero. 

Watson temblaba de terror. Mientras, Sherlock empezó a programar una de las naves hacia la tierra y le pidió a Watson que entrase dentro. Entonces Watson dijo:

- Holmes, ¿tú no vienes?

- No, he de acabar con esto y resolver qué es lo que está pasando. 

- Te ayudaré- dijo Watson mientras trataba de salir de la cabina.-Lo engañaremos juntos y nos salvaremos.

Sherlock esbozó una media sonrisa.

- No puedes ayudarme en este momento Watson. Es mejor que te vayas. 

En ese mismo instante Sherlock pulsó el botón de eyección y la nave en la que iba Watson salió disparada al exterior. 

- Vuelve sano y salvo compañero. 

“Compañero”

Una voz grave había sonado en su mente. Se giró y allí estaba, esperándolo. Siguió oyendo la voz en su mente.

“Sherlock, soy yo.”

-¿Cómo puedes estar en mi mente?

“Tú tienes una mente superior a los demás y por eso puedo comunicarme contigo.”

No le sorprendió lo de la mente superior, sino la capacidad del alien para relacionarse con él. Entonces dijo:

- ¿Qué haces aquí?

“He venido a salvar mi especie, recibí una llamada.”

- ¿Vas a matarme?

“No, aniquilar una mente como la tuya sería un desperdicio. Sin embargo, quiero hacerme con la nave y para eso tienes que marcharte, Sherlock.”

Justo lo que no quería oír. Debía hacer algo para que se marchase el alien y no él. Entonces algo se iluminó en su cerebro.

- Si quieres que me marche entonces estarás de acuerdo en hacer conmigo una apuesta.

“¿Qué tipo de apuesta?” 

- Yo te planteo un acertijo, si lo resuelves, entonces yo me marcharé y tú podrás hacer lo que desees. Por el contrario, si contestas erróneamente te marcharás de esta galaxia. 

El alien, confiado, aceptó. 

“Está bien, ¿cuál es el enigma?”

Sherlock dijo:

- En la función seno, cuando la x tiende a más infinito. ¿Cuál es su límite?

El alien, sorprendido, usó la lógica.

“La función tenderá a la periodicidad.”

Sherlock sintió un gran alivio y una sensación de victoria enorme. 

- No, no existe.

El alien se quedó paralizado, había fallado. Y ahora debía cumplir su promesa. Subió a la cápsula y se quedó mirando a Sherlock. Le dijo:

“Nos volveremos a ver, Sherlock.”

Y pulsó el botón de eyección. Sherlock se quedó mirando cómo se marchaba por el espacio. Una parte de él deseaba volver a verlo.

miércoles, 22 de marzo de 2017

Noticia 1 Los Seis Napoleones

6 de abril de 1904

MISTERIOSAS DESTRUCCIONES

En los últimos 4 días se han producido 3 incidentes relacionados con unos bustos de Napoleón totalmente idénticos. 

El 24 de Marzo, en la tienda de Morse Hudson, situada en Hensington Road, un hombre desconocido entró en el establecimiento y produjo un estrépito enorme. Cuando el ayudante de Hudson salió de la trastienda para ver que había sucedido se encontró con que el busto de yeso que tenían encima del mostrador estaba hecho añicos en el suelo. No pudo identificar al culpable ni encontrar pistas sobre él, pero creyó que sería un simple acto de bandalismo. Pero no ha sido así, esta mañana en la consulta del Doctor Barricot situada en su misma residencia en Kensington Road se ha descubierto el segundo incidente. Cuando el doctor bajó a la consulta de su casa se encontró con que habían entrado en su casa durante la noche, pero lo único que habían tocado había sido el busto de Napoleón del recibidor. Este había sido arrastrado y estrellado contra la valla del jardín. Pero ahí no acaba todo, cuando esta mañana Barricot fue a su clínica quirúrgica en Lower Brixton a las doce descubrió que habían entrado por una ventana y el segundo busto que había comprado estaba hecho pedazos. Los tres bustos provienen de la tienda de Hudson. La polícia aún no ha resuelto el motivo de estos incidentes.

Noticia 2 Los Seis Napoleones

7 de abril de 1904

BRUTALIDAD EN KEBSINGTON. ASESINADO POR UN LOCO

Un hombre es asesinado en el 131 de Pitt Street, Kebsington, aparentemente por el robo de un busto de Napoleón. 

Esta madrugada ha sido encontrado el cuerpo de un hombre en el jardín del 131 de Pitt Street. El propietario de la casa, Horacio Harker, presidente del sindicato de la prensa central, ha revelado que se encontraba escribiendo en su estudio cuando escuchó unos ruidos en la planta baja. Pensó que habían venido de fuera pero al cabo de cinco minutos escuchó un aullido espantoso, bajó y cuando entró, vio que no estaba el busto en la chimenea. Entonces salió, abrió la verja y se topó con el cuerpo de aquel hombre. Sólo pudo llamar a la policía antes de desmayarse.
Aún no se ha identificado al fallecido, pero según la policía era un hombre alto, quemado por el sol, muy fuerte y de unos treinta años. A su lado estaba un cuchillo con mango de asta, el cual puede ser el arma homicida. En los bolsillos del hombre se ha encontrado una manzana, un trozo de cuerda, un mapa de Londres, un chelín y una fotografía de un hombre simiesco, de rasgos muy marcados y espesas cejas.
Horacio Harker ha declarado que el busto de Napoleón lo compró en los hermanos Harding, junto a la estación de High Street. Se deconoce el asesino y  el motivo del asesinato, además de la relación con los bustos.

Noticia 3 Los Seis Napoleones

8 de abril de 1904

SE RESUELVE EL MISTERIO DE LOS SEIS NAPOLEONES

Los delincuentes buscaban la perla negra de los Borgia, ocultada dentro de uno de los bustos.

Esta noche ha sido capturado por Sherlock Holmes, el Doctor Watson y el inspector Lestrade el asesino y ladrón que perturbaba últimamente las calles de Londres .
Se llama Beppo y es de origen italiano. Beppo también ha resultado ser el asesino de Pietro Venucci, el hombre fallecido en Pitt Street. Ambos eran cómplices e iban en busca de la perla negra de los Borgia, la perla más famosa del mundo. Según cuenta la polícia el asesino fue capturado a altas horas de la noche en la "Lauburnum Ville", propiedad del Sr. Josiah Brown, en Chiswieck, cuando este trataba de hacer-se con el busto. 
La razón por la que ambos andaban detrás de estos bustos es porque la perla de la princesa de Colonna,desparecida en el Hotel Dacre, se encontraba en uno de los Napoleones. Hace aproximadamente un año, Beppo tenía la perla, que podía habérselo robado a Pietro, hermano de la criada de la princesa, o bien eran cómplices de robo. Beppo trabajaba en Gelder y Compañía, de donde proceden los bustos, y después de acuchillar a otro italiano, por motivos no confirmados, fue perseguido por la policía cuando tenía la perla en sus manos. Así que se dirigió a la fábrica y ocultó la perla dentro de uno de los bustos. Los bustos fueron repartidos por todo Londres mientras Beppo se encontraba en la cárcel, pero después de salir decidió ir en busca de cada una de las estatuas hasta dar con la perla. Cuando los dos cómplices se dirigieron a la casa de Harker, discutieron, lucharon y Pietro acabó sin vida. Pero eso no acabó con el propósito que se había propuesto Beppo, así que siguió buscando el resto de los bustos hasta que fue capturado esta misma noche.